miércoles, 14 de julio de 2010

Self injury. No quiero vivir sin cicatrices

Hay quienes llevamos las cicatrices dentro, otros las llevamos fuera. Son la muestra de que estuvimos vivos, dolorosamente vivos.

Salvo una vez que me anunciaron un accidente de un amigo y me clavé las uñas en el brazo hasta sangrar, nunca me he autolesionado. Supongo que la anorexia era todo el autocastigo que "necesitaba". Sin embargo, entiendo bien a quienes lo hacen. Además de un amigo de quien he hablado aquí, hay dos chicas de la blogósfera especialmente queridas para mí que han pasado por el mismo calvario. Hoy les traigo sus palabras como un testimonio de que tanto dolor es posible, pero también su fin. Porque sí, nadie dice que vivir no duela. Pero también la vida puede ser (debe ser) mucho más que dolor.
No sé cuándo comenzaron las heridas en los brazos, las piernas, el alma. Lo que sí recuerdo es la sensación de la carne abriéndose, como si fuese una envoltura plástica del dolor. Recuerdo lo que pensaba: trasladar el dolor del alma a la carne; que sufra la materia para que descanse el espíritu. […]
I just don't want to die without a few scars, I say. It's nothing anymore to have a beautiful stock body. You see those cars that are completely stock cherry, right out of a dealer's showroom in 1955, I always think, what a waste.
[Simplemente no quiero morir sin algunas cicatrices, digo. No se trata solamente de tener un hermoso cuerpo de muestra. ¿Ves esos coches que son completamente cerezas de muestrario, justo recién salidos de la vitrina de un concesionario en 1955?, siempre pienso, qué desperdicio.]
Tyler Durden en Fight Club de Chuck Palahniuk
Nuestros demonios internos causan heridas externas, a veces no sólo en nosotros, sino también en quienes amamos. The constant Gardener, obra de Liza Falzon (Meluseena). El lema que acompaña a la ilustración He loved her, even when it hurt me hace pensar también en la anorexia como un "amor-odio" doloroso, como un abrazo que hiere.

(Todo el texto a continuación es el testimonio de Neth, una valiente prueba de que la vida es caer, pero sobre todo levantarse. Besos nena, te levantarás otra vez, cada vez.)

Cicatrices... Yo tengo en las piernas (esas no muy visibles), en los pies (una vez me corté entera: venas de las muñecas, brazos, pies... una auténtica salvajada, además de que perdí mucha sangre y me tuvieron que coser entre dos enfermeros durante casi una hora), los antebrazos, las muñecas (una auténtica escabechina en las muñecas, tan grande que completas son una cicatriz que ni se nota a menos que te fijes...).

Las peores son las de los antebrazos. Tengo la piel bastante pálida (lo cual debería ayudar a disimularlo, pero no), y se me marca con mucha facilidad y se quedan cicatrices aunque sean cortes pequeños. Lo peor es que las de los antebrazos son muy visibles (…) y se nota que no son cicatrices normales. Pero eso no es todo... En una noche de auténtica locura (…) me "tatué" con cortes "MUERE ZORRA" (cada palabra en un brazo, ocupando todo el antebrazo), todas con puntos adornando cada corte (no eran sólo cortes, pretendía algo más...). Si no te fijas sólo parecen trazos (porque además hay sobre esas cicatrices marcas de cortes más comunes, dentro de lo no común), pero si te detienes un poco se puede leer la inscripción sin problemas.

Muchas veces me han preguntado por ellas. Según pasa el tiempo me da menos reparo decir que "pasé una mala época" (aunque depende de quién lo pregunte, claro), otras me invento lo que sea. Un par de veces además se fijaron tanto que me vieron la "bonita" inscripción (a lo que no me quedaba más remedio que contar que me los hice yo en una mala época...).



Además, están las del "accidente" [cuando me lancé a la carretera]: un codo con un corte enorme cosido, y las de las operaciones por las fracturas en la pierna... pero esas no me preocupan aunque sí que son enormes, porque tienen una explicación fácil y creíble.

(..)Yo las llamo mis "cicatrices de guerra", de alguna manera me recuerdan adonde estuve y adonde estoy ahora; el camino recorrido, los pasos dados, y eso me da fuerzas cuando tengo la tentación de volver a dar un paso atrás.

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Gracias a todos por preguntar cómo estoy. Estoy bien, justo ahora con un poco de fiebre. Creo que mis defensas bajaron en estos días debido al estrés; en los últimos meses mi vida ha sido muy poco más que trabajo. Extraño tiempo para hacer otras cosas, sobre todo leer y escribir, pero todo marcha, creo que esta es la puerta que ahora tengo abierta y debo cruzarla.
Una amiga vegana pasó una semana en casa y estar con ella me hizo replantearme el ser vegetariana (lo he sido por varios periodos de hasta tres meses, y en sí no como carne más de un par de veces por semana). Justo ahora no sé si la carne me ha caído mal, o si tengo el estómago hecho un desastre por el cambio de alimentación. Nada grave, creo que más bien es somatización de cansancio y agobio laboral.
Me he dado cuenta que amo intensamente a E., mi compañero, que lo elegiría todas las veces, que percibir el aroma de su nuca a media noche es un bálsamo que no cambiaría por ninguna otra historia. Sin embargo, hacer una vida con alguien tiene siempre sus altas y caídas. Creo que he decidido que lo importante es vivirlas a intensidad con la plena voluntad de seguir juntos.

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